No lo firme porque no lo veía como un buen jugador a futuro

Ramón Peña, un experimentado scout dominicano con una larga trayectoria en el béisbol, confesó recientemente uno de los errores más llamativos de su carrera: no haber creído en el potencial de Juan Soto cuando lo evaluó como prospecto.

En su momento, Peña descartó la posibilidad de que Soto se convirtiera en una estrella de Grandes Ligas, basado en una impresión que, con el tiempo, él mismo admite que fue errónea.

Cuando observó a Soto por primera vez, Peña no quedó impresionado. Lo describió como un joven «gordito», sin las herramientas físicas tradicionales que suelen entusiasmar a los scouts.

No lo vio correr con velocidad, ni lanzar con fuerza, cualidades que generalmente forman parte del perfil de un pelotero proyectado para el éxito en las Mayores.

La única herramienta que le llamó la atención fue su swing, al que reconoció como «bueno», pero no suficiente como para justificar la cifra que el entorno de Soto pedía en ese entonces: dos millones de dólares.

Para Peña, esa inversión no tenía sentido para un jugador que, desde su perspectiva, no mostraba señales de convertirse en una figura de alto impacto.

Sin embargo, con el paso de los años, Juan Soto no solo logró firmar con los Nationals, sino que también se transformó en uno de los bateadores más temidos y consistentes de la liga. Su disciplina en el plato, poder ofensivo y temple en momentos clave lo catapultaron a una élite reservada para pocos.

Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, Peña no solo admite su error con humildad, sino que también reconoce la excepcionalidad del caso. Asegura que historias como la de Soto se ven «una vez en la vida», resaltando lo inusual de que un jugador no destaque inicialmente en evaluaciones técnicas y aun así termine siendo una superestrella.

Curiosamente, el scout que en su día no apostó por Soto, hoy defiende sin reservas el mega contrato que firmó con los Mets, valuado en 760 millones de dólares.

“Sí los vale”, afirmó Peña, demostrando que, aunque se equivocó en su evaluación inicial, no le tiembla la voz para rectificar y reconocer la grandeza de un jugador que desafió todas las expectativas. La historia de Juan Soto no solo es un ejemplo de superación, sino también una lección sobre la imprevisibilidad del talento.