La partida del legendario merenguero Rubby Pérez ha dejado un profundo vacío en el corazón del pueblo dominicano.
En medio del luto, un gesto lleno de simbolismo y cariño ha capturado la atención de todos: su última pareja, Leidy, decidió entregar a su familia uno de los bienes más queridos por el artista.
Desde Miami, donde residía junto a Rubby, Leidy trasladó personalmente una lujosa SUV valorada en más de 16 millones de pesos hasta República Dominicana. El vehículo, que formaba parte de la vida cotidiana del cantante, era mucho más que un medio de transporte:
era uno de sus tesoros personales, cuidado con esmero y disfrutado con orgullo.
Contrario a lo que muchos esperaban, Leidy no se quedó con la guagua. Su decisión de devolverla a la familia del artista fue vista como un gesto de respeto, amor y unión. Un acto simbólico que ha sido recibido con lágrimas y aplausos, no solo por los allegados de Rubby, sino también por el público que lo admiraba.
La entrega fue más que una transacción material. Representó un momento de sanación y reconciliación entre quienes compartieron distintas etapas de la vida del artista. Para la familia, recibir ese vehículo fue como recuperar un pedazo de Rubby, una extensión tangible de su presencia.
El impacto del gesto ha trascendido lo económico. La guagua ahora representa los últimos años de vida del artista, su esencia cotidiana, y la cercanía con quienes lo rodearon. Se convierte así en un símbolo de su legado, más allá de la música que lo inmortalizó.
A los homenajes musicales y las palabras de admiración que ha recibido Rubby Pérez tras su fallecimiento, se suma ahora este acto de amor y desprendimiento. Su legado vive en su música, en la memoria colectiva y también en los gestos que siguen honrando su vida y su grandeza como ser humano.
