Sarah Conque, una terapeuta infantil, siguió su vocación y se aventuró en Haití en 2013, sin prever el destino que le aguardaba.
En el Centro Médico de Niños «Danita», conoció a una madre desesperada con su hija, Nika, quien sufría de hidrocefalia, una enfermedad que conlleva la acumulación de líquido en el cráneo.
En Haití, donde aún persisten creencias sobre discapacidades como castigo divino, Nika estaba desnutrida y oculta por su propia madre.
Sarah encontró a Nika
Sarah encontró a Nika en condiciones críticas, abandonada junto a la basura, y con apenas 2,7 kilogramos de peso.
Convenció a la madre biológica para que permitiera el cuidado de Nika en el centro médico.
A pesar de pronósticos desalentadores que sugerían una vida breve para Nika, su salud comenzó a mejorar bajo el cuidado de Sarah y su equipo médico.
Prospero
Tras dos años de arduo tratamiento y múltiples cirugías, la salud de Nika se transformó notablemente. Contrario a las expectativas, sobrevivió y prosperó.
La circunferencia de su cabeza disminuyó y perdió peso de líquido. Superando probabilidades abrumadoras, ahora Nika disfruta de una vida plena junto a Sarah y su novio, Stephen, en Louisiana, Estados Unidos.
El viaje de Nika es un testimonio de amor incondicional y perseverancia, donde la fe y la dedicación transformaron una vida marcada por el abandono y la enfermedad en un símbolo de esperanza y resiliencia.
A través del cuidado y la devoción de Sarah, Nika encontró un hogar donde su valía es reconocida y celebrada. Su historia nos recuerda el poder transformador del amor y la importancia de brindar oportunidades a aquellos que son marginados por la sociedad.
En medio de la adversidad, Nika se convirtió en un faro de luz, inspirando a otros a creer en la capacidad del ser humano para sobreponerse a cualquier obstáculo y encontrar la felicidad y el propósito en la vida.