Marino Zapete, uno de los periodistas más influyentes y controvertidos de la República Dominicana, ha vuelto a ser el centro de atención debido a sus fuertes declaraciones en contra de David Ortiz.
Zapete, conocido por su estilo directo y sin filtros, hizo comentarios negativos sobre el famoso exjugador de béisbol, centrando sus críticas en su cercanía con figuras del poder y su rol en diversos escenarios públicos.
Estas declaraciones generaron un aluvión de reacciones en redes sociales, donde se dividieron las opiniones entre quienes defienden a Ortiz y aquellos que apoyan a Zapete.
Los seguidores de Ortiz, una figura venerada no solo por su éxito deportivo, sino también por sus contribuciones filantrópicas, cuestionaron la legitimidad de los ataques del periodista, considerando que no correspondían con el legado positivo del exbostoniano.
Por su parte, los defensores de Zapete justifican sus comentarios como parte de su misión de señalar los abusos de poder y la hipocresía en los círculos sociales y políticos.
Desde su perspectiva, las críticas son una invitación a la reflexión sobre las alianzas y actitudes de las figuras públicas, sin importar cuán queridas o respetadas sean.
Este enfrentamiento también ha sacado a la luz una de las constantes del panorama mediático en la República Dominicana: el choque entre periodistas y figuras públicas.
En un país donde las figuras de la farándula y el deporte tienen un peso significativo, cualquier crítica que se haga sobre ellos suele generar reacciones intensas, tanto de apoyo como de rechazo.
Los seguidores de Ortiz, además de defender su imagen como un símbolo de la dominicanidad, han reclamado respeto hacia el legado que ha construido, especialmente en su labor benéfica. Para ellos, las críticas de Zapete son injustas y no reflejan la verdadera naturaleza del exjugador.
Al final, lo que esta controversia pone de manifiesto es la difícil línea que existe entre la crítica constructiva y la crítica personal.
Mientras algunos ven en Zapete a un valiente que denuncia lo que otros callan, otros consideran que sus palabras traspasaron una línea ética, dejando en el aire la pregunta de hasta dónde es válida la crítica en el ámbito público.